viernes, 23 de julio de 2010

Vehemente.

Se abren las cortinas de terciopelo. Estoy, por fin, despierta. Vivo por primera vez. Mis poros están abiertos. Bailaré para ti, mi vida. Bailo color rojo, mírame por favor. Me desnudaré, quitaré todo exceso. Dibujaré la pasión que nunca fue. Porque cuando bailo todo es permitido y hoy lo hago para ti, amor, al igual que siempre. Con un chasquido serás mío, todo se desvanecerá entre las sombras, sólo estaremos tú y yo.
Seré tu presa, te alimentarás de mí, tomarás mi sangre viva. Sabrás jugar bien, ya hemos jugado antes. Tomarás mi mano mientras nuestros pies danzantes alzarán vuelo. Viajaremos a aquél lugar nuestro, oculto, donde nuestras alas pueden derretirse para siempre. Dormiremos y despertaremos ebrios de la piel desnuda. Serás mío y nunca más se pondrá el sol. Seremos el agua, el bosque, la tierra misma. Me alimentaré de ti. Fundiremos nuestros cuerpos en el fuego, seremos ceniza y renaceremos como uno solo. Seremos elevados por los vientos hasta caer en otra tierra, en otros sueños.
Descuida, será nuestro secreto. Seremos vida, amor, hasta que el reflector vuelva a iluminarme. Y entonces volveré condenada a poner los pies sobre la madera. Para que tu mirada me queme la piel, mientras continúe la cuenta de ocho.

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