lunes, 25 de octubre de 2010

La desnudez en la danza.

Hace unos días, después de presenciar un espectáculo de danza en el que se remitía a la desnudez reiteradamente, surgió una conversación con mi compañero espectador y asimismo compañero de estudios de danza acerca de la necesidad o no de recurrir a este elemento en el arte de la danza. He de recalcar que se desató una discusión en la que ninguno de los dos llegó a tener la satisfacción de la última palabra, imagino que no ha de ser una casualidad dado a que la desnudez en todo arte es un tanto polémica.

Mis impresiones al presenciar cómo una bailarina dejaba ver uno de sus senos no fueron para nada alarmantes, al contrario, opté por tratar de comprender cuál era el objetivo del coreógrafo al mostrar estas imágenes. Después de todo, la danza es un arte, como todo arte pretende o debería pretender dar un mensaje, causar emociones, sensaciones, pensamientos, etc en el receptor. Tratando de abrir mi mente, busqué cuál era el mensaje que el creativo quería enviarme. El criterio de mi compañero por otro lado, fue un tanto rígido. Objetando mi punto de vista, se parcializó por la idea de que no era necesario recurrir a la desnudez, lo observó como un acto vulgar e inmoderado para ser presentado ante una sociedad que, según él, estaba acostumbrada ya a las vestimentas por lo que la omisión de las mismas en público es considerada una acción irrespetuosa. Mi raciocinio me llevó a concluir que ambas sentencias son válidas, sin embargo confieso que no he podido conformarme con esto mas heme aquí tratando de justificar el asunto.

T. H. Ribot ha definido la danza como un “arte primordial y natural por excelencia, que tiene un valor universal y simbólico, porque expresa un sentimiento, un estado del alma: es decir, tiene el carácter fundamental, esencial de una creación estética." El bailarín es la herramienta del coreógrafo, semejante al lienzo de un artista de la pintura, el instrumento de un músico, la arcilla de un escultor. Contemplado desde este punto de vista, ¿quién refuta el quehacer de quien sabe lo que hace?, ¿qué si el coreógrafo consideró necesario llegar hasta la desnudez para crear en el público una incomodidad justificada?. ¿Consideramos vulgar el David de Miguel Ángel, la Leda de Da Vinci?; al contrario de lo que muchos piensan, el empleo de la desnudez en el arte no es una acción vanguardista.

Es importante destacar esta cita acerca de la colación del desnudo en la danza, tomada de The New York Times (2 de marzo de 2006):

“En los tiempos que corren, ese auge no tiene su origen en la liberación sexual, como ocurrió cuando aparecían cuerpos desnudos sobre el escenario en los años sesenta, o en el desafío político, como en su reaparición en los años ochenta. Al contrario, los coreógrafos lo enseñan todo como una forma de revelar algo esencial sobre la experiencia humana”

Este elemento de nuestra crítica ha suscitado debates por el simple hecho de que no podemos evitar sexualizar los cuerpos; en lugar de contemplarlos no sólo como un elemento del arte, sino como el arte mismo. La desnudez en la danza refleja una investigación minuciosa del cuerpo, de la emisión de mensajes, así como de las maneras de originar sentimientos en el colectivo.

Más allá de crear una tesis al respecto, deseo crear debates en el interior de cada quién. Cada uno tiene una respuesta diferente. Quizás no se trata de pensar si era necesario o no mostrar desnudez; sino de pensar si es necesario o no ver la desnudez como algo irrespetuoso cuando de arte de habla.


Jennifer Campos Serrano.

25 de octubre de 2010