Y me ataca este vicio de seguir mintiendo. Recuerdos de fin de semana, recuerdos ebrios, recuerdos a oscuras, que siempre son borrosos. Y es que nos creamos otro mundo, uno más espontáneo, donde los besos me vuelven a saber y me saben su piel y sus brazos. Maldita mala costumbre a la que le he agarrado gusto. Maldito su olor y sus besos que me envician y me envicia su forma de tocarme y se roba mi cordura. Y le creo lo que me dice aunque no hay porqué creerle. Y vuelvo a caer en su juego, no tan inocente.
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