I
Amigo, te recorren mis manos... Y mi lengua.
Y esa sed de que seas al fin aquél que se dejaba amar... inocente.
II
Te veo allá, lejos, del otro lado de la puta trinchera que te has armado alrededor.
Y yo te espero acá, en secreto, del lado enemigo;
que cuando se apagan las luces volvés a mí y sos todo mío.
Y ese sabor dulce me dura lo que el acto se tarda en acabar,
no más que un parpadeo de ojos.
III
Dejáte de mierdas y soltá ese cuchillo
que he izado la bandera blanca
y en este ejército ya nadie está armado.
IV
Que te quiero crudo.
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